
La policía francesa está convencida de que ETA cuenta actualmente con otros terroristas de similar perfil a los liberados [a sueldo de la banda] que dirigían el comando Donosti, recientemente desarticulado. Según fuentes del país vecino, una treintena de activistas asentados habitualmente en Francia estarían dispuestos a cruzar la frontera o se encontrarían preparando acciones programadas por la dirección de ETA.
Estas fuentes creen que la organización terrorista tratará de atentar en España tras las elecciones municipales del 27 de mayo, e incluso no descartan que llegue a hacerlo antes de esa fecha, en función de si las candidaturas de Batasuna (ASB o ANV) son o no masivamente impugnadas por los tribunales.
La nueva ETA resultante de la reestructuración y regeneración organizativa emprendida durante el alto el fuego permanente declarado el 22 de marzo del pasado año, ha reclutado a viejos activistas expertos en la fabricación de explosivos y se nutre de jóvenes que, como la veintena huida semanas atrás a Francia a raíz de la captura del núcleo de liberados del Donosti, han militando en las juventudes de Batasuna (Jarrai, Haika, Segi). En el caso de los expertos, se trata de viejos activistas que cumplieron penas de cárcel en Francia y desaparecieron sin dejar rastro tras su salida de la prisión. Cuando la policía les suponía entregados a un dulce retiro de su actividad violenta, en Latinoamérica preferentemente, sus huellas vuelven a aparecer en aquellas actividades -fabricación de explosivos, falsificación de documentos- que requieren conocimientos técnicos. No cabe contar con que se reproduzca la situación anterior a la tregua, cuando las bombas de ETA no explotaban por la defectuosa fabricación de los detonadores.
De hecho, tras los robos en Francia de armas, explosivos, matrículas y papel y películas plásticas que les permiten falsificar, con sus correspondientes hologramas, todo tipo de documentos, ETA parece encontrarse perfectamente abastecida. Su único punto débil es el dinero. La contabilidad incautada a Soledad Iparraguirre, Amboto, detenida hace un año, mostró a los investigadores policiales que la organización terrorista había agotado prácticamente todos sus fondos económicos de reserva y vivía prácticamente al día, sin otros ingresos que los procedentes de la extorsión económica. De ahí, que durante la pretendida tregua, ETA no abandonara la práctica de la extorsión y de ahí, que en las últimas semanas esté inundando con nuevas y más exigentes cartas de chantaje -entre 180.000 y 300.000 euros- los círculos empresariales y profesionales vascos. El hecho de que el comando Donosti haya perpetrado una veintena de acciones dirigidas a presionar a los extorsionados avala igualmente la convicción de que el dinero constituye hoy un objetivo prioritario de la organización terrorista.
Según fuentes policiales francesas, buena parte del dinero que llega a las manos de ETA ha circulado previamente por una vía de despachos de abogados y de personas de conocida ideología nacionalista, no necesariamente vinculados a Batasuna. "Esos pagos, que permiten lucrarse a no pocos intermediarios, se efectúan en el mismo País Vasco, tal y como se puso de manifiesto con la desarticulación de la trama del bar Faisán, de Irún", sostienen las mismas fuentes. La otra vía obliga a los extorsionados a cruzar la frontera y a someterse al clásico juego de cambio de itinerarios que los terroristas les dictan a través del teléfono móvil hasta descartar la posibilidad de un seguimiento policial.
"Los del aparato de extorsión actúan preferente en el suroeste francés, más cerca de la frontera, mientras que los integrados en el llamado frente militar se reparten sobre todo en la zona centro, donde pueden pasar más desapercibidos. Contando a sus informadores chivatos en España y a la logística propia, el aparato militar debe contar con cerca de 200 individuos entre legales e ilegales [no fichados o fichados por la policía]. En total, sumando el aparato político y el resto de la logística, toda ETA deben ser ahora unas 300 personas que no trabajan y que tienen que pagar los alquileres, además de comer", apuntan las mismas fuentes.
A lo largo del último año, la organización se ha recreado a sí misma con nuevas formas de estructura interna y ha modificado su modo de funcionamiento en el intento de escapar a la vigilancia policial. Sus activistas se han diseminado más por el territorio francés, y ahora prefieren los pequeños zulos a los grandes depósitos de armas y explosivos que cayeron antes de la tregua. No se fían nada de Internet, utilizan lo justo los teléfonos móviles, siempre en clave, y han vuelto al sistema clásico de coordinarse a través de citas convenidas y buzones. Eso les obliga a incrementar, si cabe, sus desplazamientos por carretera. "Casi todos los días encontramos coches abandonados que han sido quemados para eliminar sus huellas. Por lo general, no utilizan un mismo vehículo más de una semana, aunque se ha dado el caso de un activista que robó tres en un día".
EL PAIS.
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