Según datos del Ministerio del Interior, la última detención en España de alguna persona vinculada al entramado etarra fue la de un candidato de la izquierda «abertzale», el pasado 27 de abril, en Navarra. Ni la escalada de terrorismo callejero, ni el atentado contra la T-4 de Barajas que costó la vida a dos personas, ni la ruptura del alto el fuego el pasado 5 de junio han alterado una estadística que en lo que va de año sólo ha registrado catorce detenciones de miembros o colaboradores de ETA.
No se ha desarticulado ningún comando liberado ni legal, no se ha desmantelado ninguna trama civil ni tampoco ha habido ninguna actuación contra las redes de captación e infraestructura de la banda.
En 2005, los datos oficiales de Interior fueron inflados, ya que, por ejemplo, se incluyeron como detenidos en el mes de septiembre a nueve personas a las que la Policía comunicó la citación a declarar ante la Audiencia Nacional por la querella contra el Partido Comunista de las Tierras Vascas, como sucesor de la ilegalizada Batasuna. Todos quedaron en la calle.
El alto el fuego se ha cobrado facturas, entre ellas la de una relajación policial que ha llevado a que 2006 deje uno de los balances más pobres de los últimos años en la lucha antiterrorista. Una situación de tregua implica, supuestamente, una paralización de la actividad terrorista que puede explicar que decaigan las actuaciones policiales.
Pero en el caso de la que la banda dio por concluida el pasado 5 de junio, se han producido hechos probatorios de que ETA mantenía su actividad -cartas de extorsión, terrorismo callejero, robo de armas...-, y, además, ha habido una actitud política que, sin necesidad de órdenes expresas, ha ayudado al desestimiento y a que las Fuerzas de Seguridad entendieran que ahora «no tocaba golpear». Así se reconoce en ámbitos policiales y también políticos.
La caída en picado de la estadística de las operaciones policiales se produjo a partir de agosto de 2005 y desde entonces hasta la tregua se cometieron más de una treintena de atentados.
Trabajamos «a tope»
Precisamente ayer el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, recordó la existencia de la amenaza terrorista de ETA tras el fin del alto el fuego. Explicó que frente a este riesgo, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado «intentarán por todos los medios» que esta alerta no se haga efectiva. «ETA puede actuar, y para evitarlo y reducir el riesgo lo máximo posible las autoridades españolas trabajan a tope», sentenció el ministro, informa Ep.
Rubalcaba comenzó disculpándose ante los ciudadanos que se vieron perjudicados por una falsa alarma de bomba en el aeropuerto de Ibiza, aunque reiteró que «basta que haya una posibilidad, por pequeña que sea, de verosimilitud en una llamada, de que pueda estallar un artefacto en un sitio como un aeropuerto, para que el Ministerio del Interior tenga que actuar». Rubalcaba insistió por varias veces en su advertencia sobre la amenaza: «ETA rompió el alto el fuego y a partir de ese momento cabe imaginar que puede actuar, y sabemos que siguen la máxima de que cuando actúan tratan de hacer daño, y cuanto más daño, mejor», describió. Ayer LA RAZÓN informó de que las Fuerzas de Seguridad están en máxima alerta por el Debate de la Nación.
LA RAZON.
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