
Rafael Güell perdió a su esposa, Milagros Ámez Franco, en el atentado de Hipercor. «Fue raro, porque no comprábamos nunca allí, pero fuimos esa tarde y bajamos al parking, pero yo me tuve que ir a mi puesto de trabajo, en una planta superior al hipermercado. Una vez allí, escuche la explosión». Güell bajó inmediatamente al aparcamiento. «Todo era humo y tuberías reventadas; pregunté por mi mujer, porque no sabía dónde estaba». La habían trasladado al Hospital de Sant Pau. «Fui ahí con mis hijos y nos dijeron que estaba muerta. Finalmente la pude ver, pero su cuerpo estaba desfigurado; lo recuerdo todo como si fuera ese día». Todavía emocionado por el dolor asegura que «no lo olvidaré jamás». Aprovecha, además, para denunciar que «el acto está bien, pero es que hemos estado abandonados durante mucho tiempo. Ninguno de los Gobiernos nos ha pagado nada, siempre nos han dicho que las reclamaciones estaban fuera de tiempo».
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